domingo, 28 de junio de 2009

La sombra del fotógrafo

La sombra del fotógrafo es alargada. Los momenticos y las tribus sanfermineras siempre me han llamado la atención en San Fermín. Las tribus son grupos homogéneos en costumbres y comportamientos, que hacen todos los años las mismas cosas en los mismos lugares. Hay un montón: taurinos, munipas, carteristas, picadores, camatas... y, también, la de los fotófrafos de encierros. Unos 180 individuos que cada mañana, cámara en ristre se reparten entre vallados y primeros pisos dispuestos a ejecutar su ritual, más por vicio que por obligación. Sin duda un colectivo diverso y peculiar. Hay de todo, desde fotógrafos asociados eternamente a un poste, hasta enfermos que a las 5 ya están en la curva de Mercaderes esperando para pillar sitio, o bien suicidas que arriesgan 6.000€ de cámara para que una pezuña rebelde se la haga añicos. El día 14, después del último encierro quedamos todos en el callejón para hacernos una foto de familia. Nada más parecido a una banda de piratas del siglo XVIII, pero eso sí, con el orgullo de considerarnos autores de la historia gráfica de nuestro encierro. Así que, ahora que pienso, como en San Fermín se pone banda y medallas a todo el mundo, no estaría de más que se acordara alguien de nosotros. No sé, se podía hacer algo como lo del paseo ese de la fama de Hollywood, donde las estrellas dejan su huella esculpida en el cemento. Aquí podríamos hacer algo parecido en el callejón y matar dos pájaros de un tiro. Por un lado tendríamos las huellas de corredores consagrados como Atanasio, Lecuona, o incluso la del codo de Julen Madina, y por otro, en el vallado, dedicar los postes a fotógrafos eméritos como Zubieta, Roldan, Mena, Javier Retegui, Zaragueta, Galle, Juanito Gomez, Carlos Calleja... Fotógrafos que con sus imágenes han dejado ventanas abiertas al pasado de nuestro encierro. Nos quedaría un callejón muy mono y muy turístico, con Hemingway al lado, y a un tiro de piedra del museo de nuestra fiesta. Que tengan buen verano y disfruten de las fiestas, allá donde les toque.
Publicado en Diario de Navarra el 28 junio de 2009.

domingo, 21 de junio de 2009

Javier Hermosilla Noain

El corredor de encierros. El Casco Viejo de su Iruña natal es como una prolongación del salón de su casa. Todo el mundo le conoce, le saluda o le para, y para todos tiene siempre puesta su sonrisa. La calle Nueva le vio nacer hace 63 Sanfermines y, quizá por la proximidad al recorrido, con 14 años ya se asomó a probar el encierro de la Estafeta y, a los 16, Manolo Nagore y otros le abrieron la puerta de Santo Domingo, enseñándole los trucos de LA CUESTA, en la que con el tiempo se convertiría en toda una institución. De entonces a hoy, esa mágica adicción a correr no le ha perdonado ni un encierro. En esa cuesta descubrió todo un mundo, un encierro diferente, donde se pasaba lista, se cantaba al Santo mirando al cielo y donde todos se conocían y ayudaban. Unos valores y costumbres que él ha procurado mantener. Hoy en día, según dice, en Santo Domingo se siguen manteniendo esos principios: “Aquí no hay codazos para salir en la foto ni protagonismos mediáticos, es un encierro en su pura esencia. Es una carrera explosiva, de pocos segundos y metros, a velocidad de vértigo y con muchas posibilidades de salir volando. Aunque lo mejor de todo es el compañerismo y las personas. Un encierro genuino, donde todavía se corre en blanco y rojo”. Para estar en forma y correr ‘sus’ encierros, también va a los de Tafalla y Sangüesa, pero sobre todo, por filosofía de vida, hace atletismo, juega a pala, sube monte y corre maratones. Además, como tiene buena voz, es de esos ‘cantamañanas’ que, colgados de un farol, despiertan a la gente diciendo que son auroros. Cuando no corre, entrena o canta, el guarnicionero de profesión, ahora prejubilado, hace algo que me da envidia, y supongo que a alguno de ustedes también. Como voluntario de Ademna, cuida enfermos de esclerosis múltiple: los trae, los lleva, les canta, juega con ellos, les vacila... los zarandea y les alegra el espíritu, mientras ayuda a mover sus cuerpos.
Publicado en Diario de Navarra el 21 junio de 2009.




domingo, 14 de junio de 2009

Miguel Angel Argal

Alma y motor de Medicus Mundi. La historia nos juzgará. Juzgará nuestra época con más severidad con la que nosotros ahora repudiamos la esclavitud de los siglos pasados. A diferencia de aquellos explotadores, que al menos alimentaban a sus esclavos, nuestra sociedad, nadando en la abundancia, alimenta antes a sus mascotas domésticas que a sus hermanos de especie, a los que deja morir de hambre, de enfermedad y retraso evolutivo. Lo nuestro es una enfermedad social, voluntariamente aceptada, un monumento a nuestra vergüenza. Ideas como esta forman la columna vertebral del pensamiento de aquel sacerdote pamplonés, doctor en teología, con seis idiomas en la cabeza, que cuando fue a Ruanda a ver a sus colegas navarros misioneros en Nemba, tubo claro que debía cambiar la teología tradicional por la proximidad al necesitado, decidiéndose a fundar Medicus Mundi Navarra para gestionar el hospital de Nemba, que construyó la diócesis de Pamplona. Era 1972, tenía 38 años, y todo este tiempo ha sido el motor que ha alimentado y guiado esta pionera ONG. También fue presidente de Medicus Mundi internacional, etc. etc, pero lo que más impacta de su personalidad es la claridad y frescura de sus ideas. Dice que falta mucho tiempo, varias generaciones para acabar con esta lacra de desigualdad, pero que llegará. Le asombra la inmensa diversidad del ser humano, y a su vez la coincidencia universal de valores básicos que hay dentro de todos ellos, y piensa que en el futuro, las personas serán DESPIERTAS y las religiones se habrán transformado en caminos a la experiencia de la realidad. Ahora, ante la crisis que aplasta a los más pobres, los que tenemos algo – dice -,debemos duplicar la solidaridad y, pensar no sólo en los de allí, sino también en los de aquí.

Publicado en Diario de Navarra el 14 junio de 2009.




domingo, 7 de junio de 2009

José María Muñoz Berrio

Patriarca Gitano del Casco Viejo de Pamplona. Los mariscales, generales y alcaldes, incluso nuestro vecino el lehendakari Patxi López, ostentan y lucen vara o bastón de mando. Es un símbolo de poder y autoridad, basado generalmente en la fuerza o en la ley. José Mari, como patriarca gitano, también lleva vara de mando, pero su poder es diferente; no está basado ni en la fuerza ni en la ley. Su autoridad es más pura, quizá superior, es una autoridad moral que emana de la sabiduría y la experiencia de quien la ejerce, así como del respeto de quien la recibe y la asume como lección magistral. Un ejemplo de autoridad que los payos todavía no hemos descubierto. Hoy en día sigue siendo un misterio el origen del pueblo gitano. Para unos es la India, mientras que otros piensan que descienden de una de las tribus perdidas de Israel. Lo que está fuera de dudas es que nuestro José Mari nació en la calle de la Merced, hace ahora 66 años, fruto de varias generaciones de navarros, de lo que presume y está orgulloso. Como también presume de Antonia Berrio, su mujer, de la que dice que es la mejor esposa y madre que existe, y que le ha regalado con 6 hijos, 25 nietos y 25 biznietos a los que ha sacado adelante trabajando en los negocios de la chatarra y la construcción a lo largo de toda su vida. El patriarca es además un hombre profundamente cristiano. “ALLI DONDE LO NECESITAN, ALLI ESTÁ”. Ésa es su máxima, y se esfuerza y esmera por solucionar los problemas gitanos sin que salgan fuera. Dice que los payos le han ayudado mucho, pero él también ayuda a los payos. A sus espaldas, le llaman EL HOMBRE DE LA PAZ y en el bolsillo lleva siempre consigo la llave de la ciudad que un día Yolanda Barcina le entregó por su ayuda y colaboración a edificar una Pamplona mejor.

Publicado en Diario de Navarra el 7 junio de 2009.