domingo, 1 de marzo de 2009

José Luis Molins

El Guardián de la memoria. Visto así, de primeras, con esa puerta siniestra, las tres cerraduras y la llave oxidada, nuestro pobre Molins bien pudiera parecer ‘El Amo del Calabozo’. Por suerte, su elegante chaqueta de paño inglés y la cara de buena persona que tiene no dejan lugar a dudas, José Luis no es el señor de las mazmorras. De cualquier manera, sí que hay algo de mágico detrás de esa portezuela y sus tres cerraduras; hay tesoros, y, de la misma forma que los ‘Beefeater’ ingleses cuidan el tesoro de la corona británica en la Torre de Londres, Molins, sin alabarda ni arma alguna, pero con sabiduría y dedicación, custodia desde hace 33 años la memoria histórica de Pamplona desde su garita de archivero municipal. Detrás de esa puerta están todos los documentos que ha producido el ayuntamiento desde 1423, año de la unión, 150 años de fotografías, colecciones de periódicos, libros, objetos de lo más variado, y Molins gestiona y organiza ese proceso documental de principio a fin para garantizar al ciudadano los derechos de consulta e intimidad. Aunque trabaja con el pasado, siempre procura vivir el presente mirando al futuro y quizá por eso haya apostado por un proceso de informatización ambicioso e imparable. Como se puede ver, es un archivero de puertas adentro, pero tampoco olvida mediante la publicación de libros esa labor de difusión y divulgación que debe ser compromiso de los que saben. Y como los que saben deben opinar y dar la cara, consiguió recuperar para la ciudad el portal de Taconera, y con su dimisión del Consejo Navarro de Cultura evitó que nos plantaran el museo de arte contemporáneo en mitad de un baluarte de la Ciudadela. Yo me quedo, además, con esa faceta de gran conversador, que no hablador, de humor dulcemente irónico y sabor socarrón. Tiene ahora 63 años


Publicado en Diario de Navarra el 1 marzo de 2009.
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