domingo, 19 de abril de 2009

José Miguel Araiz -RASTROJO-

Un ángel de la guarda en el encierro. Los niños creen en los ángeles de la guarda. Yo me los imaginaba rubios, etéreos, luminosos y curiosamente, sin alas. Ahora, con algo más edad, sigo creyendo en estos seres y, aunque no soy experto en angelología(1), intuyo que a veces se sirven de los humanos para proteger a otros humanos. Quizá Rastrojo, natural de Caparroso y con 57 cosechas a sus espaldas, sea uno de estos casos, y sin él percibirlo, y con esa cara de niño travieso de pueblo, sea utilizado como ángel custodio para salvar vidas de corredores de encierros, mientras él arriesga la suya propia. Cuenta que la primera vez que vio reses bravas se escondió durante más de dos horas, huyendo del miedo, pero con 16 años ya estaba enredando con las vacas de Macua, y con 21 le ofrecieron ser pastor en el encierro de Pamplona, y hasta ahora. Ya lleva 36 sanfermines y 285 encierros. La temporada de José Miguel comienza pasada la Navidad, corriendo y entrenando todos los días. No fuma, no bebe, y desde que comienza la cosecha, hasta que acaba la vendimia, no para de proteger y ayudar a corredores y recortadores con su inseparable vara de fresno, ejerciendo de pastor o director de lidia. Como los héroes épicos, su historia está llena de leyendas. En Pamplona, cuando era más joven, dicen, y es verdad, que un día se llevó el solito a un toro suelto desde Santo Domingo hasta la plaza. El que entienda, ya sabe de qué hablamos. Además de todo esto, que es lo que le gusta, Rastrojo es agricultor de regadío. Los bichos le han propinado 5 cornadas, pero a él le duelen más las que reciben los agricultores desde el ministerio o los grandes intermediarios. “Son de esas cornadas que te las clavan y no sangras, pero duelen más que las otras”.
(1)Angelología: rama de la teología que se ocupa de los ángeles.
Publicado en Diario de Navarra el 19 abril de 2009.
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