domingo, 27 de abril de 2008

Joaquín Donezar

El último cerero. En pocos escritos sobre la vida de Julián Gayarre se cuenta que, de adolescente, trabajó de maca en la antigua cerería Donezar de la calle Zapatería 47. Un día, al oír pasar una banda de música, salió corriendo tras la melodía y ya no volvió más. El resto de su historia, seguro que se la conocen. Lo que son las cosas. Pues bien, en aquella misma casa-taller vio la luz por primera vez hace 63 años Joaquín Donezar. Era una casa en la que se sabía mucho de luces, pues además de productos de confitería, desde 1850 se dedicaban principalmente al arte de hacer velas y cirios. Donezar se ha iluminado con el saber hacer de 5 generaciones, y actualmente, aunque le ayuda su hijo el teleco, es el único cerero de Navarra y uno de los pocos de España. Sus clientes son una mezcla variopinta de sacristanes, beatos, cofrades y gitanos, pero también vende luz por media Europa. Además, Joaquín no es de los que esconde la luz bajo la mesa, como se dijo en el sermón del monte ( Mateo:5-15 ), con su aspecto sonriente y bonachón brilla con luz propia, y su verdadero hobby es ser amigo de los amigos. Como él suele decir: "soy como Iberdrola, pero en romántico".

Publicado en Diario de Navarra el 27 de abril de 2008.
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