I LOVE YOU IN SAN FERMIN
Esta es una de las historias más bonitas que me ha tocado fotografiar y ensoñar. Fue un 14 de julio, justo cuando ya se escuchaba en el cielo el eco del pobre de mí. Ellos, que eran de cualquier lugar, se conocieron un 7 de julio, el de aquel año, en mitad del bullicioso alboroto. Se estaban despidiendo de una historia compartida en blanco y rojo que el destino les había pintado durante ocho días, llenándoles de música, emociones, amistad desinteresada, calor humano y risas sinceras. Algo que no se encuentra hoy en día fácilmente. Ella le miraba abrazada a la vez que le cantaba “Era un 7 de julio cuando te vi, me quemaron tus ojos como el carbón...” (Aquí tienen que poner ustedes el CD de la jota NO TE VAYAS DE NAVARRA, digo, para ambientarse). Él, detrás de sus gafas rojas le respondía también cantando “... y nos dieron las diez y las once, las doce y la una, y las dos y las tres y desnudos al anochecer nos encontró la luna...” (En esta ocasión, ya se lo imaginarán, toca el MP3 de Sabina). Como ocurre con las dos canciones que se entonaban el uno al otro, el mismo destino que les unió, les separaría para siempre aquel pobre de mí. Con lágrimas en los ojos, que ya no me permitían enfocar, pude escucharles “Hemos sido afortunados, ahora ya sabemos lo que es el paraíso, siempre lo recordaremos (larga pausa), en blanco y rojo”. FIN.
Publicado en Diario de Navarra el 14 de julio de 2012